a una joven princesa que no sabe jugar.
No tiene un solo amigo, y se pasa las horas
peinando su ondulado cabello como el mar.
El mar que nunca ha visto, pues no sale de casa,
y aunque su casa es grande, muy grande, es un palacio,
la princesa está presa. Y el tiempo pasa y pasa,
pero no pasa nada. Y pasa tan despacio…
Y dicen que es feliz porque nada le falta,
porque nada le duele, porque nada la asusta,
porque es joven y bella, porque es delgada y alta…
Y nadie le pregunta si ser feliz le gusta.
La princesa no llora, pero tampoco ríe.
La princesa no gime, pero tampoco canta.
Y aunque todos le dicen que espere y que confíe,
a veces siente como…un nudo en la garganta.
La princesa quisiera…, en realidad no sabe
lo que quiere y no quiere, porque no sabe nada
del mundo y de la vida, porque es igual que un ave
que nunca alzara el vuelo, es un ave enjaulada.
Imaginad, lectores, a una joven princesa
condenada a ser reina, tal vez emperatriz;
una niña sin nombre, en un palacio presa,
a la que todos llaman la princesa feliz.
Carlo Frabetti