En la fiesta de Ramón, todo el mundo salimos con una sonrisa en la boca.
Ramón Fernández Durán falleció hace dos meses. Justo antes de que el movimiento 15M asomara la cabeza y echase a andar. En el corazón y la cabeza, en los pies y las manos, en la mirada y la sonrisa, Ramón ha estado en las plazas, en las asambleas, en los análisis y en “los marrones”.
El pasado sábado 16 de julio de 2011 Ramón nos invitó a una fiesta en la Sierra Pelegrina, provincia de Guadalajara, muy cerquita de Sigüenza. Allá fuimos cinco aragoneses procedentes de distintos territorios, para compartir con las familias, los amigos y vecinas la fiesta de Ramón. A primera hora de la mañana, unas cuarenta personas acompañaron a Ana para esparcir sus cenizas desde lo alto de la sierra. Un lugar precioso que no conocía, donde se respira tranquilidad, cordialidad y belleza. Los buitres, águilas y alimoches volaron con Ramón, como cuando su mente echaba a volar y paría en forma de textos y propuestas, preguntas y respuestas.
Cuando una fiesta sale tan bien y se respira una armonía tan bonita, es que el organizador es un buen tipo. ¡Y vaya si lo era! Yo no conocí a Ramón. O más bien sí, lo conocí a través de sus libros. Alrededor de él, más allá de su muerte, nos juntamos en Pelegrina cientos de personas variopintas: ecologistas y anticapitalistas, vecinas y foráneos, urbanistas y modistas, feministas y sindicalistas, niños y mayores, sobrinas y compañeros lejanos.
Ecologistas en Acción, uno de los colectivos del que formó parte Ramón y del que orgulloso yo también formo parte, organizó junto a las buenas gentes de Pelegrina y las amigas que ayudaron, una fiesta convocada hacía meses. Ramón compartió sus últimas palabras públicas en una preciosa carta de despedida en la que nos contaba muchas cosas. Nos explicaba por qué había decidido abandonar el tratamiento de “quimio” y por qué decidía cuándo iba a llegar su último momento de dignidad y libertad, en el día de su muerte; nos detallaba cómo vivía ese proceso hacia una muerte digna y cómo Ana, sus familias y compañeros le estábamos acompañando en este proceso; recordaba su privilegiada vida de luchas y alegrías; nos adelantaba algunos proyectos inacabados que compañeros ecologistas van a continuar con esmero; y nos invitaba a la bonita y entrañable fiesta en Pelegrina.
Esta carta (disponible para quien la quiera leer) es la despedida de una persona imprescindible para muchas gentes. Para las más cercanas, por supuesto, y para todas aquellas que deseamos vivir de otro modo. Ramón ha sido certero en sus profecías, se ha anticipado a muchos declives del capitalismo,… hasta anunciaros su quiebra total en unas pocas décadas, acelerada por el ritmo absurdo en que nos mueven y el final de algunas fuentes de energía como el petróleo. Sus libros están ahí, aquí, para leerlos, compartirlos y usarlos para el cambio que queremos. En la Biblioteca Frida Kahlo de Zaragoza tenéis disponibles la mayoría de ellos. Y en tu librería de confianza. Y en interné. Da gusto celebrar la coincidencia de vivir los mismos tiempos que un ser como Ramón. ¡Disfrutémoslo!
En Pelegrina gozamos muchísmo. Nos encontramos un montón de personas, conocimos a otras tantas, conversamos, reimos, nos emocionamos, cantamos, bailamos, comimos, bebimos, andamos y descansamos.
Ramón nos enseñó su sierra, la Pelegrina, su pueblo y sus gentes, su río Dulce, su organización, Ecologistas en Acción, sus amigos y sus familias, sus compañeras. Cantamos algunas de sus canciones favoritas como “Soy minero” o “Bella Ciao”, nos saciamos con una deliciosa paella vegetal, gazpacho, cervezas,… caminamos por la sierra y descubrimos sus plantas, tierras fértiles, aves y silencios, bailamos al son de la Orquestina del Valle, compartimos versos, lemas y recuerdos,…. nos lo pasamos pipa, teta y pirata.
Gracias, Ramón. Ojalá seamos muchas las que generemos momentos tan bellos como el del sábado, aglutinemos tanta buena gente y sepamos convidar a nuestro semejantes con alegrías y emociones inolvidables como las del sábado en Pelegrina. Gracias, gracias, Ramón.