“La lluvia sólo quiere que la escuches:
salir a acariciarla,
dejar que te moje el perfil rubio,
los tacones que ensalzan tu esbeltez;
dejarla sobre el peso de unas hojas,
del aire desenvuelto en su latencia
o en un acecho de agua.
Acepta un nuevo estado, sal afuera
por mucho que prefieras un paraguas.
Antes o después la lluvia nueva
hará que sí la escuches, que prefieras
salir de donde estás para mojarte.”
Joaquín Pérez Azaustre