Las acampadas aglutinan. Unen a gente. Sacan el debate a las plazas. También provocan discusiones. Y a los más reaccionarios les suponen una ofensa a su estilo de vida. Les cabrean.
¿Has bajado a la Plaza del Pilar? ¿Qué has visto? ¿Qué has escuchado?
Allí he visto a personas que no conocía. También a muchas que sí me sonaban. Y a amigos y compañeras de colectivos.
He escuchado a personas con un discurso muy bueno. A poetisas. A vergonzosos a los que le tiembla la voz. Apersonas con las ideas muy claras y a otras que sueltan propuestas un tanto «rocambolescas». A «frikis» que dan vergüenza ajena. A «burócratas» de partidos y organizaciones desfasadas (aunque no lo digan). A gente humilde con ganas de expresarse. A personas buenas.
Lo que más me gusta es que veo acción, autoorganización. La acampada está viva. Y se autogestiona con la ayuda de mucha gente. No todas se implican igual, es obvio. Muchas aportan lo que saben: conocimientos técnicos en sonido, diseño o informática, destreza en las manualidades, la cocina o la creación de infraestructuras necesarias; planificación de las actividades, saberes para la búsqueda de consensos, gestación de acciones concretas; reflexiones sobre hacia dónde vamos, cómo seguir, cuál es la estrategia común, etc.
Hay quien participa en un movimiento por primera vez en su vida. En la manifestación del domingo por la tarde muchas personas gritamos «Democracia Real Ya». Y las que más gritaban era, en su mayoría, las que gritaban por primera vez. Muchas «clases medias» que se ven sin futuro y en una situación incierta. ¿Qué te espera cuando terminas una carrera universitaria, por ejemplo?
Las buenas gentes que llevan más tiempo activas en luchas populares también están en la acampada. También estamos. Y aportamos lo que el movimiento necesita. Manos, piernas, orejas, bocas y pensamientos. Eso es lo que veo en Zaragoza. Mucho respeto, tolerancia y serenidad con las que llegan de nuevas.
Algunas dirán que están muy verdes. Incluso ya he escuchado críticas muy duras contra las acampadas. Hay quienes tienen prisas en que se posicionen, que concreten sus acciones, que digan qué quieren en lo concreto. ¿Por qué tanta prisa cuando llevamos años en una apatía social apabullante?
Nadie duda que hace falta formación, conocimientos, debates,… y concreción de las reivindicaciones,…. pero mucho de esto se consigue solo con la experiencia. Y ¿qué mejor experiencia que la autoorganización popular en las plazas? ¡¡Para muchas personas estos días serán tan valiosos y nutritivos como para otras nuestros años de activismo en colectivos!!
«Democracia Real Ya», «a tí también te roban», «lo llaman democracia y no lo es», «el pueblo unido jamás será vencido»,…. evolucionará hacia el descubrimiento de los conflictos concretos: los de las personas que no tienen acceso a una vivienda digna, las migrantes a las que expulsan por políticas racistas, los trabajadores con contratos precarios e inestables, los jóvenes que no pueden acceder a un trabajo digno, las paradas que no saben cómo conseguir ingresos, las personas que quieren expulsar de sus pueblos para construir pantanos innecesarios, la destrucción del territorio en forma de autopistas eléctricas, cementeras, nucleares o minas a cielo abierto, la insostenibilidad de un consumo despilfarrador e insensato, la esquilmación del campo por tóxicos que nos contaminan y enferman, los embites privatizadores de las peores políticas neoliberales, las guerras por los pocos recursos naturales que deja el capitalismo, la injusticia de las prisiones, el lujo y despotismo de los ricos más cabrones,… y tantos otros.
Para que esta evolución se produzca, todas podemos aportar saberes, empatía, apoyo mutuo, solidaridad,…
Las de abajo sabemos mucho de esto. Sabemos compartir, escucharnos y caminar juntas.
Ahora tenemos la oportunidad de ser más.
Ellos, los capitalistas, las engañadas, los avariciosos, las estúpidas, los destructores,… ya se han unido en el voto, a nosotras nos quedan las plazas. Allí nos encontramos.