Hoy publica Pati este texto en AraInfo. Lo compartimos por aquí, con su sinceridad e intensidad.
Me lo dice sin pestañear, como quien mira al cielo y dice que va a llover: “Pues no me parece bien que los médicos hagan huelga. Y si nos ponemos malos, ¿qué?”. Entonces me pregunto si no tengo que ser yo la paciente y tenemos que cambiar los roles…En cambio, sonrío displicente. Puede que seis minutos sean insuficientes para hacer esa “pedagogía con los ciudadanos” sobre la sanidad pública de la que habla la presidenta del Gobierno de Aragón. No le voy a hablar de los contratos por horas y días ni del que te llamen de un día para otro para ir a trabajar a 50km. Tampoco de las reducciones de salario ni de la saturación de las consultas. No, porque sé que piensa que “no tenemos motivos para quejarnos, con el sueldo que cobramos”. Para cambiar esa forma de pensar no me valen los cinco minutos que me quedan…
Sí que le voy a hablar de la precariedad laboral y de cómo influye en la salud. De cómo su hijo, parado de larga duración, tiene un riesgo de mortalidad un 20% superior que cualquier trabajador, independientemente de los ingresos que perciba y además también tiene más probabilidades de tener una enfermedad cardiovascular, una enfermedad infecciosa, un tumor o una depresión; pero eso usted ya lo sabe, porque viene a por sus recetas mientras él hace entrevistas y cursos del INAEM. También le contaré cómo en los trabajos temporales aumentan casi tres veces los accidentes mortales y no mortales con respecto a los contratos indefinidos; pero eso usted también lo sabe, porque su otro hijo, el que trabaja ahora en la cadena de montaje, casi se mata un día en la anterior empresa para la que trabajó. Como también sabe, porque la ve, que su nuera tiene cada día peor cara y ya me dice que “esto de los turnos la está matando, que me tengo que encargar yo de los críos,con lo que me duelen las rodillas, que ya sabe que no puedo andar”. Y yo asiento y le pregunto entonces si no cree que la reforma laboral no va a hacer si no empeorar esta situación: más contratos basura, más despidos y más baratos…
Como imaginaba, porque la conozco, todo esto no le basta y sigue pensando que aun así tenemos que estar allí para cuidarla. Aunque ya llevemos más de diez minutos y han llamado a la puerta, le explico que yo no quiero ser cómplice, que si estoy allí para cuidarla y para proteger su salud, tengo que ser consecuente y no aceptar que se siga atentando contra la salud de las personas en forma de recortes y reformas laborales que poco tienen que ver con el bienestar de la ciudadanía. Le explico que pienso en todas las mujeres, y en algo que leí recientemente: que continuamos sometidas a lo que se denomina la segregación ocupacional de tipo horizontal y vertical, ya que seguimos realizando un grupo menor de ocupaciones que los hombres y estamos concentradas sobre todo en los sectores de servicios como sanidad, servicios sociales, educación, hostelería y comercio y, en la industria, principalmente en los ramos alimentario y textil-confección; además, estamos mayoritariamente ubicadas en las profesiones situadas en la parte más baja de la jerarquía profesional. No le cuento, porque es secreto profesional, que la chica que ha salido antes que usted, tiene crisis de angustia diarias por un trabajo inestable, siempre en la frontera entre paro y empleo; o que su nuera, de la que hablábamos antes, no puede dormir, no sólo por los continuos cambios de turno, sino porque se siente culpable por no poder estar con su familia todo el tiempo que le gustaría y porque tiene que ser su suegra, tú, la cuidadora principal de sus hijos, aunque apenas pueda caminar, porque tampoco se pueden permitir una guardería para la pequeña mientras ella y su marido trabajan. Sí le cuento que casi a diario veo a alguna persona con problemas de salud derivados de su relación laboral: paro, contratos temporales, contratos a tiempo parcial, precariedad más acusada en las ocupaciones menos cualificadas y todo ello mayoritariamente en el sexo femenino.
Entonces vuelven a llamar a la puerta y decide terminar la conversación. Tengo dudas de que el retraso en la consulta haya servido para algo. Igual me tenia que conformar con haberle dicho: “¿Por qué hacemos huelga? Por su salud”.
Defendeis los privilegios de una clase sindical y funcionarial,de los ordenanzas de los bedeles improductivos,de los renferos,adiferos,sodemasa…de mucha gente que NO conocia la precariedad y ahora la va a empezar a catar.
Se socializa la mierda,nos pringamos tod@s.Cuanto peor…mejor!
Pero ¿tú te has leído el texto que compartimos?
Me parece que no,…
Muy Bueno, Pati. El sistema nos individualiza y nos culpabiliza, nos hace instrumentos a su servicio. Sólo tenemos un cuerpo. Es el mismo para trabajar que para gozar así que si sufre sufre para todo. Las condiciones labores son condiciones de vida.