Estos días se charra mucho de energía. De que la gasolina está por las nubes, de que la contaminación en las grandes ciudades es brutal, de que quieren imponernos más nucleares, de que hay que conducir los coches a menor velocidad,…
¿Y de las alternativas? ¿Y de lo que podemos hacer para reducir nuestros consumos? ¿Y de lo que debemos exigir para que paren este modelo depredador que nos lleva al fin del planeta?
El Gobierno español está desarrollando estos días unas poquicas iniciativas, muy escasas y poco ambiciosas. Que no solucionan para nada el problema de la energía y que, además, ponen parches que no nos permiten llegar al profundo debate que necesita esta sociedad. Por una parte, limitan la velocidad máxima en autovías a 110 km/hora. Correcto para ahorrar algo de petróleo, reducir las emisiones de gases tóxicos y de gases de efecto invernadero, disminuir los accidentes, los ruidos y las molestias a los seres vivos. Por otra, reducen la iluminación en algunas rutas y desarrollan las zonas 30 en muchas calles del centro de las ciudades. Correcto.
Pero, ¿no creéis que no son medidas estructurales que supongan un verdadero cambio, la solución a esta situación enquistada?
Necesitamos repensar nuestro modelo de vida, de sociedad, de consumos de energía. Y plantear alternativas más ambiciosas y a más largo plazo. Efectivas.
Ecologistas en Acción plantea estos días, junto con otros colectivos y sindicatos, algunas de estas propuestas concretas, para empezar (copio y pego textual):
– Impulsar y planificar la movilidad sostenible en las áreas metropolitanas, municipales, así como en el ámbito de las empresas y polígonos industriales y grandes centros de actividad. Esto se lograría fijando las medidas más adecuadas para fomentar el transporte público y colectivo y los medios de transporte de bajo impacto.
– Propuesta de Ley de Ahorro y Uso Eficiente de la Energía en la que se incluye un conjunto de medidas contundentes para frenar el continuo crecimiento del consumo de energía y crear un marco legal que fomente una cultura energética basada en el ahorro, el uso de tecnologías más eficientes y las fuentes de energía renovables. Para ello se incluyen medidas de gestión de la demanda, la eliminación de las tecnologías obsoletas, auditorías energéticas, criterios de eficiencia energética en la planificación territorial y en la construcción, así como que los precios y las tarifas eléctricas internalicen los costes sociales y ambientales.
– Que las Administraciones Públicas cuenten con un plan de ahorro y eficiencia energética en sus propias instalaciones.
– Ley sobre Fiscalidad Ambiental, sentar las bases para estimular un cambio de modelo productivo donde no quepa el uso despilfarrador de recursos y energía. Para lograrlo, las organizaciones proponen la introducción de nuevos impuestos o la modificación de algunos ya existentes referidos a materias energéticas, como la energía nuclear y la incineración de residuos, o los de hidrocarburos, matriculación, impuesto de sociedades, IRPF e IVA, así como respecto de los tipos del IBI, el impuesto de circulación, o el de construcciones, instalaciones y obras. Algunas de estas modificaciones afectan también al transporte, la edificación y el urbanismo, y su finalidad es el ahorro de energía.
Todo esto, de puertas afuera (hacia el estado), para empezar.
Y, de puertas adentro, en nuestros hogares y hábitos cotidianos, desde La enredadera, una vez más, os invitamos a aprender cómo consumir de forma consciente y responsable: http://consumpedia.org/es
Si no eres tu, ¿quién?
Si no es ahora ¿cuándo?