Por segundo día consecutivo, la Unidad de Apoyo Operativo, por todos conocida como «La UAPO», ha detenido mi vehículo. En este caso, un coche. Suelen ponerse por la mañanica temprano en el Paseo Echegaray y Caballero de Zaragoza, más o menos detrás de la basílica del Pilar. Unos metros adelantados, una pareja de policías deciden qué coches tienen que parar sus compañeros. Y unos metros después, te paran.
Ayer miércoles el control consistió tan solo en revisar los papeles del coche y mi permiso de conducción.
Hoy jueves se han dado cuenta de que ya me pararon ayer. Y en unas horas no caduca ni el seguro del coche, ni mi carné de conducir, ni ná de ná. Así que tal cual me han detenido, me han dejado seguir.
Ayer constaté, como les pregunté, que el control es «rutinario», sin más. Estos de la UAPO ya sabéis que no son muy de hablar. Ni buenos días, ni gracias ni adios. Caricas largas y actitud chulesca. Para eso les pagan. De nuestros impuestos.
Hoy he ido más allá y les he preguntado si tengo pintas de sospechoso. La breve conversación ha sido tal cual:
– «¿Tengo pinta de sospechoso o qué?»
– «No se enfade. Son otros compañeros los de hoy».
– «No, si no me enfado, me estoy riendo. Me refiero a si tengo pinta de sospechoso: ya sabes, barba, pendientes,…»
– «Todos somos sospechosos».
Con eso me he quedado, «Todos somos sospechosos». Ostias, qué miedo. Somos sospechosos. Todos.
Y yo me pregunto, os pregunto: «¿De qué somos todos sospechosos?»
(como me pararán más días, les preguntaré, jeje, y así seguimos la charradica)
PD_ Nota: Si hubiera otro transporte desde donde vivo, no tendría que coger el coche para ir a currar.
¿Vas en coche a trabajar? ¡FASCISTA!
Ve en bizi.
Voy en coche porque no me queda más remedio,…. ¡por ahora!
PD: Hoy la UAPO no me ha parado. Estaban más entretenidos con un grupo de africanos a los que estaban registrando hasta el forro de los calzoncillos.