Este fin de semana nos hemos juntado en el que ha sido el primer encuentro de ecologistas aragoneses. Seguro que no será el último y le seguirán tantos como deseemos. Han sido dos jornadas muy fértiles, de risas, debates, pateadas y puesta en común de conflictos, propuestas y alternativas.
Hemos estado unas 30 personas provenientes de distintos territorios de Aragón: distintos lugares de Castanesa y la Ribagorza, Benás, la Galliguera, Monzón, Samianigo, Uesca, Calatayud, Zaragoza, la ribera baja del Ebro,… siempre echas de menos a alguien (los compas de Teruel, por ejemplo, o las de Fraga, que no han podido venir), pero celebramos que estuviéramos gente de tantos sitios.
Para empezar, el sábado por la mañana, invitamos a Fernando Cembranos, compañero del área de Educación de Ecologistas en Acción Madrid, quien nos enseñó dinámicas hacia la conformación de Grupos Inteligentes. Algo que puede sonar a chino, pero que resulta imprescindible para facilitar procesos colectivos y ayudarnos a entendernos, escucharnos y aprender técnicas que mejoran las reuniones.
Salimos del precioso Espacio Pirineos para comer bajo un tilo, donde compartimos alegres los alimentos que habíamos llevado. Con las energías renovadas, volvimos a darle al seso y compartimos una tarde para reflexionar acerca del ecologismo social en Aragón. A partir de una técnica participativa, que provocó la participación de todas las presentes, compartimos el diagnóstico de nuestra situación actual y, especialmente, las acciones para evolucionar nuestra labor y luchar mejor organizadas.
Tras la cena, cocinada en el albergue municipal de Graus, vimos «Sueños Colectivos», la preciosa película documental acerca de las colectividades libertarias en Aragón. A la que siguieron las cervezas y más risas.
El domingo amaneció lluvioso, lo cual no nos acotoló para celebrar una excursión que deseábamos disfutar. Las buenas gentes del valle de Castanesa nos condujeron por sus pueblos, entre Denuy y Fonchanina, y nos abrieron sus casas. Pese al incendio de hace unos meses, la naturaleza sigue generosa y reverdeciendo la fatalidad humana. La amenaza siempre presente de la codicia de Aramón y los que se quieren forrar con la destrucción de la montaña, nos animó a estar atentas y siempre dispuestas a reaccionar y responder en defensa de la tierra.
Lo pasamos muy bien, la verdad, así que repetiremos. Que somos ecologistas, pero no tontas, jeje.