Las cartas de amor, no existen las otras
que nada de esto hubiese ocurrido,
levantar los pedazos de carne del suelo,
preguntarles si están bien que no se
duerma por dios que no se duerma
volver a recomponerlos
después, cuando vuelves a verla,
el primer instinto es querer
volver a quererla
Daniel Rabanaque